Cuando pensamos en «respirar,» solemos imaginar la entrada y salida de aire por los pulmones. Sin embargo, hay un tipo de respiración mucho más crucial para nuestra existencia: la respiración celular. Este proceso ocurre dentro de las mitocondrias, pequeños orgánulos en nuestras células encargados de producir la energía que nos mantiene vivos: el ATP (adenosín trifosfato). Este proceso vital depende de vitaminas, oxígeno y combustibles como la glucosa o las cetonas.

Nuestro cuerpo evolucionó durante millones de años con una dieta alineada con nuestro genoma. Este tipo de alimentación, basada principalmente en productos animales, nos proporcionó las grasas, proteínas, minerales y vitaminas esenciales para desarrollar estructuras complejas, como el neocórtex, la región del cerebro que nos permite razonar y reflexionar.

En contraste, la dieta moderna ha cambiado drásticamente. Hoy, los carbohidratos (panes, pastas, azúcares, cereales, y alimentos procesados) dominan nuestros platos. Estos alimentos, que elevan los niveles de azúcar en sangre, desplazan a fuentes ricas en nutrientes, como las grasas y las proteínas animales, y carecen de los micronutrientes esenciales que nuestras mitocondrias necesitan para funcionar correctamente.

El consumo excesivo de carbohidratos no solo afecta nuestra salud metabólica, sino que también agota nuestras reservas de vitaminas. El cuerpo necesita grandes cantidades de vitaminas del complejo B (como B1, B3 y B12) para metabolizar los carbohidratos, dejando a otros órganos sin los nutrientes esenciales. Además, cuando los niveles de azúcar en sangre son elevados, el cuerpo intenta eliminarlos a través de los riñones. Este proceso puede arrastrar vitamina C en la orina debido a una confusión química entre glucosa y vitamina C, lo que agrava la deficiencia de este nutriente vital.

La falta de vitaminas afecta directamente a nuestras mitocondrias, reduciendo su capacidad para generar energía y contribuyendo al desarrollo de enfermedades inflamatorias y degenerativas, como:

●Obesidad y síndrome metabólico.

●Diabetes tipo 2.

●Hipertensión

●Enfermedades cardiovasculares.

●Cáncer.

La vitamina C, por ejemplo, no solo es un potente antioxidante, sino que también es crucial para la formación de colágeno, que protege nuestras arterias y tejidos. Su deficiencia aumenta significativamente el riesgo de enfermedades graves.

Aunque el panorama pueda parecer desalentador, la solución está en nuestras manos. Aquí te dejo estrategias clave para optimizar tu salud y mejorar la función mitocondrial:

Tu salud está directamente relacionada con la función de tus mitocondrias, y estas dependen de los nutrientes que les proporcionas. Tú tienes el poder de ser el ingeniero de tu bienestar. Con una dieta consciente, prácticas de ayuno, ejercicio regular y suplementación adecuada, puedes darle a tu cuerpo las herramientas necesarias para mantener una energía vital y prevenir enfermedades.

Recuerda: la salud no es un destino, sino una práctica diaria de elecciones conscientes. Hoy es el momento de empezar.

●Lane, N. (2005). Power, Sex, Suicide: Mitochondria and the Meaning of Life. Oxford University Press: Este libro explora en detalle la función de las mitocondrias y su importancia en la energía celular y la evolución humana.

●Wallace, D. C. (2013). Mitochondrial DNA mutations in disease and aging. Environmental and Molecular Mutagenesis, 51(5), 440-450: Un estudio sobre cómo las mutaciones mitocondriales y la disfunción afectan el envejecimiento y las enfermedades degenerativas.

●Fontana, L., & Partridge, L. (2015). Promoting health and longevity through diet: From model organisms to humans. Cell, 161(1), 106-118: Un análisis de cómo las dietas ancestrales y el ayuno pueden influir en la salud y la longevidad.

●Gross, L. S., Li, L., Ford, E. S., & Liu, S. (2004). Increased consumption of refined carbohydrates and the epidemic of type 2 diabetes in the United States: An ecologic assessment. The American Journal of Clinical Nutrition, 79(5), 774-779: Analiza el impacto del consumo de carbohidratos refinados en la prevalencia de diabetes tipo 2.